lunes, 4 de junio de 2012

Lino... según Cali


"Según la plaquita en su cuello, su nombre era Lino. Y ese día la iban a llevar a pasear en coche.
Al principio creyó que sólo sería un simple paseo, pero pronto se dio cuenta que la habían dejado sola.

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El camino fué tan largo como su misma obscuridad, una oscuridad provocada por alguien u obtenida por alguna enfermedad; la nobleza de un perro no se fija en esas cosas...
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Pero ese paseo se prolongaría de una manera cruel e inmisericorde. Todo comenzó cuando aparentemente escuchó que, junto con otros perros, la llevarían a dar un paseo. Pero las personas encargadas olvidaron subirla al coche junto con los demas canes y fue cuando la odisea empezó para ella en la calle de Michoacan. Era muy probable que ese hubiera sido su último paseo.
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Perros enormes, vendedores callejeros que la pateaban, niños crueles que le aventaban cosas, jóvenes nefástos con patinetas arrollandole las patas... Hubo de todo en ese infierno de paseo en tinieblas.
Lino, aterrada, corría sin dirección alguna entre ruidos trepidantes que no comprendía, sentía el olfateo de otros perros detrás de ella, algunas misericordiosas lamidas y otras menos afortunadas veces, dolorosas mordidas.
En su huida nunca se dio cuenta al caer accidentalmente a la fuente del parque que otros perros disfrutaban, al tiempo que la demás gente solo reía observandola.
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Los humanos que estaban jugando con sus mascotas sólo la veían deambular, con mucho mucho miedo...
¿Qué clase de paseo podía ser ese? Sólo quería estar en casa o cualquier cosa que significara esa palabra.
Un mastín que andaba sin correa, la vio y se dirigió al encuentro de Lino gruñendo. Era inminente que la intención del perro era, a primera vista, acabarla a mordidas, al fin y al cabo su dueño estaba distraido y despreocupado ligando a una chica  joven y su pomeranian.
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Lino sintió el olor del mastín... Él se le quedó mirando como no sabiendo qué hacer, acercándose de manera amenazante. Lino temblaba. Cuando todo parecía perdido, sólo recibió un lenguetazo en la nariz. Trastabillando se fue de ahí.

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Ya había pasado bastante tiempo desde que sus dueños se fueron y Lino tenía hambre, sed y temblaba de miedo, caminando debilmente en cualquier dirección del parque. Tres angustiosas horas pasaron y su olfato y oidos no le ayudaban mucho a encontrar su casa. Ya no podía caminar más, Lino se sentía agotada. Era oficial: se habían deshecho de ella como a una basura de cuatro patas. Ciega, con hambre, aterrada en un parque que no conocía y sedienta, sólo era cuestión de tiempo para que el fin llegara.
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Ya todo estaba dicho en el cruce de México y Sonora. Los coches no se detenían y alumbraban peligrosamente a Lino,
quién no sabía el por qué de unas relampagueantes manchas en sus ojos y decidiendose a cruzar la avenida.
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Una chica que paseaba a sus sharpeis se dió cuenta de Lino y otra que venía del brazo del novio, también la vio.
El novio corrió deprisa para alcanzar a Lino en fracciones de segundo y le jaló la cadena evitando que un coche la golpeara. Lino se encontraba de nuevo aterrada, estaba ahora con humanos crueles, temblando y deseando no la fueran a lastimar nuevamente, pero ese momento nunca sucedió.
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Transcurrió una hora más, mientras Lino los escuchaba. La chica de los perros hablaba por su teléfono, mientras el novio entrelazó sus piernas alrededor del cuerpo de Lino susurrándole al oido: "Tranquila, ya estás bien".

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Ella gemía y se lamentaba de su suerte, pensaba que nunca regresaría a su hogar. De pronto percibió un olor conocido.
En ese momento supo que habían regresado por ella. Su cuidadora explicó que la habían dejado olvidada por culpa de su ayudante, sujeto que no le interesaban los perros, hecho que indignó y enojó a su preocupada cuidadora.
Y así, moviendo la cola y lamiendo alegre a sus rescatadores, Lino quien en verdad se llama Cali, agradeció volver a casa.
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Hoy hace un buen sol para la gente y para los perros también.
No todos los humanos son unos perros y todos los perros definitivamente son más que humanos".
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(Parque México, Mayo 12, 2012).
--Dedicado a Ireri y por supuesto a Cali--